Ayudar a fortalecer los músculos de tu bebé es una buena práctica que puedes aplicar para impulsarlo a gatear.

El gateo es una etapa muy importante, con su ayuda se activan conexiones neuronales en el cerebro y se promueve el patrón cruzado, que es la acción de poder coordinar al mismo tiempo mano derecha con pie izquierdo, y viceversa. 

Por lo regular, los bebés comienzan a gatear entre los siete y diez meses, sin embargo, algunos pequeños podrían hacerlo un poco después.

A continuación, te compartimos algunos ejercicios que puedes practicar con tu bebé: 

Cuando esté sentado: Ofrecerle juguetes, lejos de su alcance, para que el bebé intente desplazarse y apoyar sus manitos, al frente y a los lados y cambiar de posición.

Posición de Rodillas: El niño se coloca de rodillas y la mamá lo sostiene por detrás.

Realizar el ejercicio de paracaídas para que ponga sus manitos con brazos extendidos sobre el piso. Y así quede en posición cuadrúpeda.

Posición Cuadrúpeda: Ofrecer juguetes hacia adelante, con el fin de lograr que levante alternativamente una mano y después la otra.

Mover las piernas, arrastrándolas un poco como imitando el gateo.

Hacer juegos de carretilla, siempre con juguetes que quiera alcanzar.

En Rodillo o Balón: Con el bebé boca abajo, lo sostienes de la cadera o los muslos, realizas balanceos suaves con canciones divertidas. Es clave que intente estirar sus brazos y levantar el pecho.

María Clara García

Directora Jardín infantil Blanco y Negro

Niños en aula jugando con plastilina de colores

Es por eso que en el jardín Blanco y Negro tenemos una logística especial para recibir a las familias nuevas. Realizamos una primera reunión a la que invitamos solo a los papás de los chiquitos que ingresarán al jardín para explicarles de manera detallada cómo será el día a día de sus niños con nosotros. En esta reunión que consideramos clave, también los escuchamos y resolvemos todas sus inquietudes.

Ser un jardín de “puertas abiertas” ha sido otro aspecto valioso en nuestra logística de adaptación. Los papás, si así lo desean, pueden acompañar a sus hijos en esos primeros días de jardín, eso les da mayor tranquilidad y seguridad.

Otro aspecto importantísimo y esencial es el cariño, dedicación y disposición de los profesores que cada día tienen para sus alumnos actividades fascinantes y divertidas para que se sientan motivados e interesados en conocer ese maravilloso mundo del jardín infantil. Al llegar a un entorno nuevo los niños necesitan sentirse queridos y protegidos, hay unos que ingresan al jardín tan pequeños que aún no hablan, pero comprenden las expresiones de afecto y empiezan a crear un vínculo con su maestra, que pronto se convertirá en esa persona especial que los quiere, los comprende y tiene para ellos todo el amor que necesitan para sentirse seguros y felices.

La música es clave para proporcionar un ambiente infantil y cálido, es por eso que forma parte de nuestro día a día, vemos a los niños desde un año de edad llevar el ritmo musical y reconocer canciones conocidas.

Nos gusta contar a los papás pequeñas anécdotas de las vivencias de sus chiquitos en Blanco y Negro, las actividades que prefieren, la manera como se relacionan con los otros niños, las cosas que los asombran y todo lo que aprenden. En fin, todos los detalles que un papá nuevo quiere conocer.

Finalmente aconsejamos a estos padres primíparos que, al momento de despedirse de sus hijos, lo hagan con tranquilidad, les cuenten que volverán por ellos al medio día o que los esperarán en casa, es importante hacer una despedida corta, amorosa y sin angustias. Los niños son unas esponjitas que perciben cómo están sus papás, si los sienten tranquilos y seguros de dejarlos en el jardín, ellos también se quedarán confiados y su adaptación será más fácil.

Hoy podemos decir nuestros procesos de adaptación son exitosos, somos un jardín con muchos años de experiencia y tenemos todo preparado para recibir con cariño y profesionalismo a esas nuevas familias que empiezan a vivir con sus chiquitos la maravillosa experiencia del preescolar.

Mi último consejo es gozar estos momentos pues pasan muy rápido y nunca se volverán a repetir. Transmitan todo el amor a sus hijos y vivan con ellos esa hermosa aventura del jardín infantil.

Dos personas sentadas en área de juego colorida

Promueve responder a las necesidades de los niños de manera empática. Plantea educar de una manera amorosa, respetuosa y amable, pero de igual manera siendo firmes y consistentes, pero no violentos.

Educar bajo el castigo, la represión, el chantaje, la humillación entre otros, genera temor y distanciamiento, lo que lleva a debilitar el vínculo entre el niño y el padre/madre o cuidador.

De lo contrario, educar con cariño, atención y respeto conlleva a generar un vínculo y apego seguro el cual se fortalece en la medida en que el cuidador responde de manera empática y oportuna a las necesidades generando en el niño seguridad y confianza.

Tips para fortalecer el vinculo y apego seguro:

Conciencia plena: Disfrute el aquí y ahora al compartir con su hijo y valore ese momento como único entre los dos.
Interacción mediante el juego: Realice interacciones divertidas y póngase en sintonía con su hijo.
Establezca contacto Visual y favorezca interacciones físicas (abrazos, cosquillas, besos etc)
Ana María Vélez

Psicóloga.

Jardín Infantil Blanco y Negro

Comunicaciones & Relaciones Públicas

Grupo de niños acostados en el césped en círculo

Creo que nunca había estado tan indecisa en mi vida ni cuando iba a escoger carrera y universidad. Ufff, esto de pensar en dónde van a estudiar tus hijos no es tan fácil, es que no es sólo eso, es todo: quién los va a cuidar durante todos los días los siguientes trece años, con quiénes van a estudiar, quiénes se volverán sus amigos, y qué decir de los profesores, ¿serán -además de buenos profesores- buenas personas? Las dudas nos persiguen porque esta es una decisión que tomamos los papás pero que afecta directamente la vida y el desarrollo de nuestros hijos.

Cuando pienso en el Colegio Grande todavía veo a mi hija como una niña chiquita… Mi niña tiene 4 años y para algunas cosas siento que aún es pequeña, por ejemplo: para levantarse a las 5 de la mañana y volver a casa después de las 4 de la tarde tras tener una jornada exhaustiva de aprendizaje y juego.  ¡Uy, y las tareas! Esa condicionante de hacer deberes escolares también me preocupa. ¿Cómo si llegan a las 4 de la tarde de haber estudiado todo el tiempo voy a sentar a mi enana a hacer tareas, así sea una tarea cortica de media hora? ¿A qué hora pretenden que juegue con su hermano (o que pelee con él, porque es parte de la convivencia), en qué momento la disfruto yo? Y además todavía se tiene que bañar, arreglar su ropa para el día siguiente y hacer toda la rutina previa a dormir… ¡en qué momento lo vamos a hacer! Si antes Arisa se dormía a las 7 para levantarse 12 horas después ahora tendrá que dormirse a las 6 (si el sueño no la vence antes).

Aquí tengo una de las tantas reflexiones que he hecho durante esta toma de decisiones: la decisión que tomemos como papás (referente a todo, no sólo al Colegio) puede no ser la correcta pero siempre la habremos tomado con la mejor consciencia y el mayor cuidado pensando en el bienestar y en el porvenir de nuestro hijo. Los papás también cometemos errores pero el primero es dudar todo el tiempo respecto a si metimos al niño al mejor Jardín, si la hora de dormir será la adecuada, si estamos poniendo límites muy severos o si somos muy permisivos, si el colegio que elegimos será la mejor opción, etc. Los niños necesitan tener papás seguros de sí mismos, humildes para reconocer que están aprendiendo al momento de ejercer la paternidad y con el valor necesario para rectificar el rumbo si es que se han equivocado.  La mejor opción siempre es la que se toma en dos sentidos: con la razón y con el corazón.

A dónde quiero llegar con aquello de la decisión tomada con la razón. Aquí es donde tenemos que hacernos las siguientes preguntas: qué tipo de educación queremos brindarle a nuestro hijo (laica, mixta, bilingüe, libre pensadora, militar…), qué valores quiero que tenga la escuela de acuerdo a los valores que tenemos en la familia, si nos gustan los proyectos que manejan en el colegio, las pensiones mensuales se ajustan al presupuesto familiar, entre muchas otras preguntas de carácter “duro”. Por otro lado, también debemos cuestionarnos con el corazón no tanto la edad ideal para entrar al Colegio sino la madurez que tiene nuestro pequeño para enfrentar este reto; dejarnos guiar por sus profesores del jardín será vital ya que ellos son quienes siempre los han visto en “acción”, ellos nos podrán orientar para saber si nuestro hijo es lo suficientemente autónomo, independiente y seguro de sí mismo para emprender esta nueva pero difícil aventura.

Por otro lado está la parte del corazón donde el punto principal es conocer a nuestro niño: cómo es, qué le gusta, en qué es bueno, qué le queremos reforzar y sobre todo, nuestro instinto de papá y mamá. Si hay algo que he aprendido durante nuestro paso por el Jardín (acompañando a mi hija en esta etapa preescolar) es que no todos los colegios son para todos los niños y no todos los niños son para todos los colegios. Si nuestro hijo tiene una inclinación por el arte, probablemente busquemos una institución donde las actividades con pinceles, colores y temperas sean parte del día a día además de las asignaturas básicas de conocimiento, o si ama por sobre todas las cosas jugar fútbol, seguro querremos matricularlo donde hagan énfasis en la práctica deportiva durante las actividades extracurriculares, si nuestro chiquito requiere atención constante buscaremos entonces una alternativa de grupos pequeños y trato personalizado, sin embargo, siempre seguiremos nuestras corazonadas.

Las corazonadas (instinto) habremos de seguirlas una vez que hemos depurado todas las preguntas que nos hace la razón haciendo una lista de “palomitas” o “taches” de acuerdo a los requisitos que cumplen o no los Colegios que hemos visitado (generalmente vemos muchas opciones). Ya teniendo en la lista pequeña dos o tres opciones, el corazón nos guiará a tomar la mejor decisión: en qué colegio nos sentimos más a gusto como familia y en cuál creemos que se desempeñará mejor nuestro hijo.

Sin duda el Colegio Grande es uno de los tantos retos que afrontaremos con nuestros hijos… Al principio, el Colegio es grande para nuestros chiquitos, pero después el colegio les queda chiquito y la decisión de la siguiente etapa escolar ya les toca tomarla a ellos.

Luz del Carmen Flores Alcázar

Niño jugando en foso de bolas azul con peces de colores

Está demostrado que los bebés que reciben una adecuada estimulación temprana comprenden mejor su entorno y son capaces de solucionar los problemas de una mejor manera. Esto se debe principalmente a que las millones de células que posee el cerebro, controlan nuestros pensamientos, los movimientos y los sentidos y su adecuada conexión depende en gran medida de lo estimulante que sea el medio ambiente en que se desarrolla el niño  y del cariño y el afecto que se recibe del entorno. Está demostrado que el desarrollo cerebral y emocional es muy importante durante los primeros años de vida,  período en el que cobra mayor relevancia brindar una adecuada estimulación a nuestros hijos. Es por ello que en el caso de los bebés, se requiere una estimulación diseñada especialmente para su edad, la cual los ayude a corregir posturas, los invite a manipular diferentes texturas y en definitiva a despertar en ellos el interés por aprender a relacionarse con el medio que lo rodea e irse desarrollando integralmente.


Del primer año de edad en adelante,  las necesidades son otras, por lo que el acompañamiento de un jardín infantil se convierte en un espacio ideal para ellos. Con la implementación de actividades lúdico-pedagógicas fortalecemos la socialización, el autoestima y la independencia propias de cada edad. Todo esto debe estar acompañado por una formación emocional que le brinde al niño las bases para relacionarse adecuadamente con su entorno y que les garantice a los padres una formación sólida para toda la vida. Y es aquí donde hace énfasis el Jardín Infantil Blanco y Negro, un centro educativo que brinda todo el acompañamiento a las familias mediante clases de estimulación personalizadas y adecuadas para el desarrollo del bebé y un completo programa de preescolar diseñado especialmente para niños hasta los 5 años de edad.

La llegada de un nuevo miembro a la familia nos permite vivir una montaña rusa de emociones desde la alegría de la noticia, la angustia, las nuevas experiencias y los miedos a los cambios de rutina que viviremos. Como padres debemos estar al frente del día a día en la llegada del nuevo bebé y seguro la preocupación que más nos ronda la cabeza es: EL FUTURO HERMANO MAYOR.

Nos surgen inquietudes y preguntas sobre cómo debemos anunciar, afrontar y acompañar la nueva noticia para nuestro o nuestros hijos a los que les hemos dedicado la mayor parte de nuestro tiempo y atención.

HABLAR DESDE LA VERDAD CON AMOR Y COMPAÑÍA:

Buscar una red de apoyo siempre será primordial en los cambios que tenemos en la vida. Informa a la familia, a las personas que conviven en la casa, al jardín o colegio, a las personas más cercanas y con las que más comparte tu hij@, pues ellos deberán saber que el niñ@ tendrá cambios, que día a día ira entendiendo con mayor claridad la noticia y puede tener acciones donde quiera llamar la atención (en algunos casos).

Habla con la verdad a tu hij@, dile que viene alguien más a la familia, cuéntale que tu barriga ira creciendo por que está formando a su hermanit@ así como lo hizo con él, explícale los nuevos cambios a los que se enfrentarán todos juntos, recuerda que la anticipación es clave en un proceso de adaptación. Hazlo participe en todas las nuevas compras, ecografías, leer cuentos o ver videos pues todas las ayudas visuales que podamos ofrecerles ayudarán en este proceso.

Si quieres realizar cambios en su vida como: quitar el chupo, destetarlo, cambiarlo de habitación, entre otros, hazlo antes del nacimiento del bebé, recuerda que cualquier nueva situación que lo frustre lo podrá relacionar a la llegada de su hermanit@

EL TAN ANHELADO DÍA: Llegó la hora de que se conozcan, tú hij@ por fin podrá entender de manera concreta de que se trata la llegada del bebé. Escucharas muchas experiencias y consejos de otras familias como: que el herman@ menor le lleve un regalo al mayor o viceversa, que el herman@ mayor vaya a visitarlo a la clínica el mismo día que nace y como bien lo nombramos todos hablamos desde la experiencia y lo que a unas familias nos funciona a otras no, escucha tu corazón habla con tu pareja y organicen lo que será este gran día.

Es hora de atender a tus hijos y seguro el bebé demandará más tiempo y atención mientras va creciendo, no dudes en buscar tu red de apoyo (esposo, mamá, papá, amiga) para que te puedan extender una mano y así tener tiempo a solas con tu hij@ mayor, puede salir a comer un helado, dar una vuelta por el parque, sentarse a jugar con fichas o rompecabezas, recuerda que él va a necesitar espacios de hij@ único mientras se sigue adaptando a los cambios.

 

Y por último amor y mucha paciencia a las nuevas rutinas y retos a los que nos enfrentamos con 2 o más hijos, les hemos dando un gran tesoro: LOS HERMANOS.

¡Estoy agotada y lo único que quiero –necesito, más bien- es que se duerman mis hijos de una vez por todas!

Generalmente, quienes tenemos hijos pequeños vemos las últimas horas del día como la luz al final del túnel. Esos “últimos” minutos de andar corre y corre para poner pijamas o perseguirlos para que ellos solos se la pongan, se laven los dientes y se metan a la cama sin chistar esperando que al apagar la luz y cerrar la puerta no se vuelvan a salir de ahí, parecen los minutos más largos de la historia, sin embargo, siempre será importante cerrar el día con nuestros niños antes de cerrar la puerta de la habitación.

Cerrar el día no es más que tomarse unos minutos para estar en calma y recapitular sobre lo más relevante que nos sucedió durante el día, agradecer por todo lo lindo que vivimos y también por los aprendizajes que nos dejaron las cosas no tan agradables que nos sucedieron.

Personalmente, creo que este “ritual” es muy importante para la relación papás e hijos: es el momento en que los papás tenemos la oportunidad de brindarles (una vez más) tranquilidad y seguridad antes de dormir, haciéndoles saber que cuentan con nosotros y que estamos con ellos escuchando sus reflexiones (qué vivencias les gustaron y cuales les generaron angustia, enojo o alguna otra emoción sobre la cual trabajar de ahora en adelante) conociendo cuáles son sus anhelos y/o preocupaciones cuando también le piden al niño Dios sobre cuestiones específicas, pero sobre todo, es el espacio perfecto para hacerles cariñitos compartiendo en silencio, disfrutando el momento y nada más.

 

Cuando educamos en valores, nuestros niños crecen en la parte humana más rápido que como lo hacen físicamente, su corazón se agranda y destilan amor por todo el cuerpo, en sus acciones, con sus sonrisas y hasta sus travesuras tienen ese toque mágico que los hace aún más especiales. Enseñarles el valor de la gratitud les permite disfrutar hasta los más mínimos detalles y no solamente las cosas materiales, los hace más receptivos a las cosas que los rodean pues aprenden a darle un valor significativo a que hubo un día soleado y que por ello pudieron salir al parque, a que Sofía y Pablo vinieron a la casa a tomar onces, que papá llegó temprano del trabajo y pudieron cenar con él (agradeciendo que papá tiene un trabajo y que jugaron un ratito con él antes de dormir)… La lista es inagotable, pero los niños aprenden que las cosas no estarán ahí sólo porque sí y, por el contrario, valoran cuando las tienen.

Gracias a Dios, mis hijos ya están dormidos y puedo escribirles estas palabras mientras -con calma- me tomo un café que estará calientito hasta el último sorbo: agradezco que mis niños hayan llegado a poner caos y más alegría a mi vida.

Luz del Carmen Flores Alcázar, Blanco&Negro

  1. Organizar y contar juguetes por colores
  2. Crear un campamento, debajo de la mesa del comedor o con una caja grande de cartón que pueden pintar o utilizando sábanas para hacer su casita. Se divertirán mucho, jugando con linternas y leyendo cuentos en sus casitas o tiendas de campaña.
  3. Jugar a los cocineritos…Cocinar juntos en familia es una actividad campeona, los niños aprenden volúmenes, porciones, tiempos, estados de la materia, vocabulario, memoria, pero lo mejor es que es una actividad para toda la familia. Pueden hacer además los gorros de cocineritos. Recetas fáciles y deliciosas con niños hacer arepitas, sopitas de verduras donde desgranen alverjas, maíz, hacer una deliciosa pizza con jamón y queso, muffins y ensalada de frutas.
  4. Trasvasar agua con esponjas de un recipiente a otro, jugar con esponjas, agua y jabón es una de las actividades más entretenidas que puede haber.
  5. Pegar pimpones en cinta de enmascarar. Se colocan las cintas gruesas de enmascarar alrededor de un arco o las patas de una silla, y podemos jugar para lanzar pelotas.
  6. Juego de golosa (se puede hacer con cinta de enmascarar) Saltar con retos es emocionante para todas las edades.
  7. Bolos: Pintar botellas plásticas o rellenarlas de agua con anilinas.
  8. Búsqueda del tesoro escondido o simplemente escondites.
  9. Juegos tradicionales de mesa, parques, dominós, ajedrez, cartas. El dominó es un juego muy competitivo lleno de estrategia y táctica.
  10. Títeres con medias:Las medias viejas o aquellas cuya compañera desapareció son las indicadas para convertirse en otra cosa. Lo único que hay que hacer es ponerse la media en la mano, buscar botones para convertirlos en ojos, algún hilo que haga de labios y el resto es imaginación para construir a el personaje. También se le puede dibujar la cara con fibra
  11. Disfrazarse:Juego fascinante y bien recursivo. Qué mejor que tomar cosas de la mamá y el papá para recrear la imaginación. Pueden usar maquillaje, collares, cinturones. Y todo lo que se    les ocurra.
  12. Sombras chinas:Este es uno de los juegos más legendarios y divertidos. Solo será necesario una lámpara, una pared sin cuadros o una tela y las manos. Delante de la luz se harán formas con los dedos que serán proyectadas como sombras en la pared. Es ideal para que los más chicos disfruten y se sorprendan al ver las formas.
  13. Karaoke: Bastará encontrar alguna aplicación o alguna pista en internet para comenzar a cantar en familia. Gana quien se divierta más.
  14. Bailar especialmente canciones de expresión corporal.
  15. Manualidades, que delicia hacer todos en familia un arcoíris en la pared o en una cartulina un dibujo de la familia.
  16. Organizar fotos y oír historias de cuando nació el niño y cuentos de toda la familia.
  17. Sesión de cuentacuentos. Cada uno elegirá un cuento corto y deberá leerlo o representarlo a los demás. Es una estupenda manera de que participen en una actividad que implique la expresión verbal y además promueve la afición por la lectura.
  18. Jugar a las adivinanzas: estas estimulan la inteligencia, el suspenso y la imaginación.
  19. Pintar con acuarelas o libros de colorear es fascinante, inicialmente les gusta acompañados y así podemos enseñarles a utilizar las pinturas y acuarelas.
  20. Organizar los juguetes por categorías, o jugar a meterlos en canecas rápidamente. Hará que se sientan importantes y participes cuando el juego ha terminado.

Muchos hemos escuchado hablar sobre el término “disciplina positiva” y seguramente lo primero que se nos viene a la mente son unos padres que educan a sus hijos bajo el permisivismo, un hogar sin muchas reglas y muy poco control de las situaciones difíciles y malos comportamientos de los niños.
Déjenme contarles que se trata de todo lo contrario. Si bien es cierto que definir límites contribuye a educar a nuestro hijos de una manera más beneficiosa para todos, la disciplina positiva consiste en una estrategia para saber cómo manejar una situación de conflicto con nuestros hijos de una manera razonable y calmada, sin sobrepasarse como adulto para simplemente “tener la razón” ante una conducta inapropiada del menor. Y es que manejar correctamente la forma de expresarse tanto verbal como físicamente va a ser clave para resaltar lo positivo y minimizar los comportamientos negativos en nuestros hijos.
Aquí les comparto algunas recomendaciones para llevarlo a la práctica.

1.Conectarse con el niño: Esto se refiere a ponernos a su altura y hablarle mirándolo a los ojos con una voz calmada pero firme.
2.Validar la emoción (“Entiendo que estás bravo porque….” o “estás llorando porque querías…. “.): Esto va a traer como consecuencia que el niño se calme porque nosotros estamos entendiendo sus sentimientos y emociones en ese momento.
3.Redirigir: Esto es, presentando al niño dos opciones para lograr resolver el inconveniente
4.Felicitarlo cuando haya logrado superar la situación: Este para mí es el punto más importante. Como padres, estamos pendientes de intervenir cuando los niños se pelean, cuando existe una agresión verbal o física y esperamos justo ese momento para intervenir. Ahora, yo les pregunto: Por qué no los felicitacitamos y elogiamos a los niños cuando están compartiendo y jugando de manera plena y feliz?

Estamos programados para corregir, alzar la voz o reprimir a los niños constantemente, porque para nosotros ese es nuestro rol como padres. Pero entendamos que nuestra labor es educar en función del ejemplo y del autocontrol. Si también somos partícipes en los momentos de logros (por muy pequeños que sean) los niños van a empezar a cambiar su comportamiento ante nuestras normas y límites pre-establecidos.

«Los niños actúan bien cuando se sienten bien”, Jane Nelsen, gurú de la Disciplina Positiva

Y quisiera terminar este artículo invitándolos a aplicar el autocontrol en esos momentos de conflicto. Aunque no resulta una labor fácil, tampoco es imposible cuando aplicamos estos tips y bajamos el ritmo al nivel de nuestros niños, nos mostramos abiertos a entenderlos y sobre todo, educarlos con paciencia y muchísimo amor.
Por: Maritza C. Guédez
www. jardinblancoynegro.edu.co
Fuentes:
www.serpadres.es

“¡Es el león más lindo de todos!”, les decimos emocionados a nuestros hijos cuando nos enseñan su primer garabato hecho con crayola amarilla. En realidad, el niño nos ve tan emocionados darles un beso, el abrazo más apretado y empezar a cantarles una porra que no les damos tiempo de pensar ni de decir absolutamente nada, ni siquiera pueden hacernos saber que su dibujo no es un león sino una nave espacial.  Pero no nos preocupemos por eso, ya empezarán a revelarse y a hacer sonar su voz para decir “Mira mamá el cohete que hice”. Poco a poco, con este tipo de actitudes que nosotros como adultos pensamos como “reforzamiento positivo” los niños interiorizan que a nuestros ojos siempre estará perfecto lo que hagan, que ellos son los mejores en todo… y cómo no van a sentir eso si todo el tiempo les hemos dicho que brincan más alto que sus compañeros, que son los más inteligentes del mundo, que su voz es la más entonada del coro, en fin. Constantemente les aseveramos que son LOS MEJORES y MEJORES que cualquier otra persona. Me dí cuenta de lo anterior cuando lo experimenté en carne propia: soy la primera que la felicita por todo a mi hija  y ahora que empezó a tomar clases de patinaje yo estaba en primera fila elogiándola. Durante la clase, hubo una competencia y, naturalmente, Arisa participó con toda la emoción del mundo, se divirtió muchísimo pero quedó en segundo lugar. Acabada la clase, tenía a una niña frustrada llorando porque no ganó el “huevo kínder” de premio. Para consolarla, la abracé fuerte mientras le decía lo orgullosa que me sentía de ella y de todo lo que ha logrado con tanto esfuerzo y dedicación pero que no siempre se gana. Ella secó sus lágrimas y muy inteligentemente me pidió que le comprara un “huevo kínder”. Estuve a punto de sucumbir a tal petición pero preferí enseñarle a mi niña dos cosas: ganar el primer lugar no es lo importante, sino el esfuerzo y dedicación que ponemos al hacer las cosas, que debemos disfrutar de los juegos, de las competencias o de las tareas sin buscar un premio como un chocolate o una medalla, porque el premio real será la satisfacción que tendremos y los recuerdos lindos que esto nos genere. Por otro lado, también le comenté que siempre habrá alguien mejor que nosotros en alguna actividad y nosotros seremos mejores en otra cosa, pero que esto no quiere decir que seamos buenos o malos, sino por el contrario, que tenemos que reconocer que hay gente más hábil que nosotros en el deporte o en el arte, por ejemplo, y que quizá, nosotros seamos mejores en la lectura o en armar rompecabezas, pero que podemos ayudarnos y admirar al otro en lo que hace bien. No está mal que les echemos porras a nuestros niños y los motivemos a ser mejores, pero no nos equivoquemos: una cosa es incentivarlos y otra, muy diferente (y dañina) es hacerlos creer que son el número uno. ¿Cuál es la diferencia? Incentivar es animarlos a enfrentar los retos, a perfeccionar la actividad que están llevando a cabo mediante la práctica, es hacerles ver que pueden aprender de sus errores para que la siguiente vez que lo intenten les sea más fácil emprender la tarea y culminarla con éxito.  Hacerlos creer que son el número uno y que son el centro del universo (aunque para nosotros lo sean) lejos de ayudarles, les crea un sinfín de problemas y estos problemas se convertirán en nuestros en un futuro no muy lejano. A través de estas acciones lo único que fomentamos en ellos es la incapacidad de aceptar retroalimentación de cualquier tipo y hacerlos intolerantes a la frustración, al mismo tiempo que los volvemos egocéntricos y poco empáticos con su entorno, es crear unos pequeños “monstruitos” que estarán lejos de tener la humildad de reconocer errores, es alejarlos de la condición humana de equivocarse y crecer personalmente mediante el aprendizaje que esto nos brinda, es tornarlos caprichosos porque les hemos fomentado que ellos merecen todo. Es importante enseñarles a valorar todo lo que aprendemos en el proceso de mejorar: lo que ganamos en disciplina, en paciencia, en perseverancia, en entusiasmo, etc., y que eso nos hará mejores personas porque estamos desarrollando habilidades humanas. No busquemos el premio mayor de la lotería ni que nuestros hijos sean el primer lugar en el concurso de ciencias, enfoquémonos en ayudarles a ser mejores personas, en aprender de sus errores, reconocer sus debilidades y en hacer de ellos la mejor versión de sí mismos porque sólo así disfrutarán todo lo que hagan. Eso, entonces, será lo mejor que les pueda pasar. Luz del Carmen Flores Alcázar